domingo, 1 de mayo de 2011

Jordania y Jerusalem - Domingo de crisis, 2

15/8/2010



En la plaza de la mezquita busco la sombra, como hacen casi todos los jordanos. Hace calor, ¿qué se puede esperar un 15 de agosto a mediodía? Pero me parece más soportable de lo que imaginaba. Debe de ser la emoción del viaje. Además, creo que he venido bien preparada: ropa de algodón, falda y manga larga y protección solar 90.

Ni sospechaba que existiera una protección solar tan alta. La farmaceútica me la recomendó como el súmmum de los protectores. "Ésta crema se la llevó un chico que viajó al desierto del Sáhara -me dijo, mientras yo inspeccionaba el surtido de protectores de la farmacia, sin decidirme. Y le ha ido de maravilla- continuó. Era calvo y la necesitaba para protegerse la cabeza". Aquello debió parecerme definitivo, porque me la llevé.

Y lo primero que he hecho hoy antes de salir del Farah ha sido aplicármela como Dios manda. En ese sentido estoy tranquila. En el equipaje de prevención al sol, incluyo un gorro y un paragüas anti rayos UVA, pero los tengo reservados para Petra, donde imagino que el calor será mayor.

Bordeo la plaza de la mezquita y entro en un bullicioso mercado de frutas. Según el mapa, si lo atravieso atajaré hasta las ruinas romanas. Los vendedores ofrecen su género a voz en grito y sin descanso. Aquí es imposible que hayan escuchado al muecín, a pesar de que están cerquísima de los altavoces de la mezquita. Las calles son estrechas y me rozo con mujeres tapadas y hombres que hacen la compra.

Desde una de las salidas doy directamente con el Ninfeo, una fuente pública romana, construída el año 191 y ahora en fase de restauración. Leo en la guía que probablemente hubo una piscina de 600 m2, además de fuentes, mosaicos y tallas en el recinto, todo ello dedicado a las ninfas.

Continúo por una tranquila calle (parece que todo el bullicio estaba en el mercado) y llego a un parque desde donde se accede al anfiteatro y a los museos de Folclore y Tradiciones Populares.

Hay un kiosko de información turística en el parque y me acerco para solicitar información. Lo atiende un chico negro. Me sorprende, porque es el primero que veo en Amman. Me puede la curiosidad y le pregunto si es jordano. Me dice que sí, que jordano y musulmán, pero que su familia es originaria de...he olvidado el país, pero creo que me dijo Nigeria.

Entro en la zona de las ruinas romanas, y veo que también están de obras al comienzo, pero el anfiteatro aparece majestuoso y en un estado inmejorable. Fue excavado en una ladera, en el siglo II d.C. y tiene una capacidad para 7000 personas. Las gradas están muy empinadas, pero, llegado a este punto, quién se priva de subir. Efectivamente, la ascensión es complicada, pero peor será el descenso. Veo que algunos de los pocos turistas que hay ahora lo hacen arrastrándose sentados en los escalones de piedra.


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